Sin duda alguna, la frase “zona de confort” se ha convertido en un cliché. Pudiéramos definirla como ese espacio conocido, donde una persona se siente bien y prefiere quedarse inmóvil, en lugar de aventurarse a conocer y hacer suyos nuevos espacios. Creemos que posiblemente, su utilización masiva, ha hecho que de alguna manera pierda fuerza el concepto.
Por: Carlos González-Cassis
Fundador & CEO de www.familysapiens.com
En Family Sapiens, como consultores de empresas familiares, hemos sido testigos de excepción, de cómo la zona de confort, no sólo se aplica a individuos. Sino a organizaciones completas. Muchas empresas familiares, ni siquiera coquetean con la idea de expandir su modelo de negocio, y esto sin duda afecta negativamente cualquier posibilidad de crecimiento. Y si hay un axioma a tener en cuenta en las empresas familiares, es que si no están constantemente creciendo, están sin duda muriendo.
En líneas generales, es como si las empresas familiares, fueran ese pueblo medieval, que le parecía inconcebible cruzar el océano atlántico, pues ahí sólo podían encontrarse monstruos, y el mismísimo fin del mundo. Afortunadamente, siempre hay algún disruptivo, algún Cristóbal Colón, que tiene el papel de cambiar los paradigmas y mostrar las bondades de salir de la zona de confort. Y el que lo dude, le invitamos a indagar cuanto se beneficiaron las arcas españolas del descubrimiento de América (o como lo quieran llamar).
Ese apego a la zona de confort, que pareciera tan difícil como pararse de una cama comodísima la madrugada de un Domingo, es precisamente la actitud que impidió a la industria relojera suiza, desarrollar el negocio de relojes de cuarzo (aunque ellos desarrollaron la tecnología), que después fue exitosísimamente llevado adelante por los japoneses. La que hizo que Olivetti o Underwood, jamás consideraran migrar de la fabricación de máquinas de escribir a computadoras, y que las empresas radiales, subestimaran a la televisión, y que estos últimos hayan hecho lo mismo con las redes sociales.
Tal vez, esto se deba, a esa manera binaria en que las empresas, ven que sólo pueden dedicarse a una cosa y no a otra. Tal vez, sea por aquel dañino pensamiento de que “así se han hecho siempre las cosas” o al conocido refrán “es preferible malo conocido, que bueno por conocer”, entre muchas otras barreras culturales, las que impiden innovar a las familias empresarias. Ahora bien, cuando hay cambios estructurales en los sectores económicos, o el contexto socio político donde funciona una empresa familiar, y esta no responde innovando, es como tratar de protegerse de un incendio, sin dar un salto fuera de esa cama, al exterior de la casa, sino cubriéndose más aun con la cobija. Esto nos conduce a la pregunta:
¿Cómo romper la inercia?
Daremos tres técnicas que en nuestra opinión pueden contribuir a promover la innovación en el seno de las empresas familiares y así hacer, que las excursiones fuera de la zona de confort, sean un sano hábito de la gestión de la organización.
Buscar ejemplos de empresas que hayan variado su modelo de negocio. De ser posible en la misma rama en la que está tu empresa familiar, y analizar si es posible seguir esos pasos. Con frecuencia en nuestra consultoría nos gusta abordar el caso de Nokia, empresa hoy en día conocida por ser de telefonía celular, pero que en los años 60 fabricaba municiones y en su origen pulpa de papel.
Es importante explorar de qué manera puede diversificarse el riesgo, haciendo cambios en el modelo de negocio actual, para expandir los productos o servicios que se ponen a disposición del público.
Es importante analizar, si la naturaleza del negocio lo permite, la internacionalización de la empresa. Sobre este punto, una anécdota. George Moore, el ejecutivo que transformó a Citybank de un banco local a una fuerza global aconsejó una vez a Gustavo Cisneros esto: “No seas el típico magnate latinoamericano quedándote únicamente en tu país. Si viene un dictador de turno o las tan típicas vacas flacas de Latinoamérica, el grupo familiar puede ponerse en aprietos”. Es por esto que el Grupo Cisneros comenzó a apostar en otras latitudes desde 1989. Y hoy la abrumadora mayoría del patrimonio del Grupo se encuentra fuera de Venezuela. Un relato para la reflexión.
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