Cada 8 de marzo, se celebra el día internacional de la mujer como conmemoración de la lucha de la mujer por la participación e igual con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo como persona.
Massiel López- Psicóloga
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Y es que la desigualdad de género aun hoy en pleno siglo XXI, es una realidad en todo el mundo y que si bien han sido muchos los logros alcanzados, quedan muchas injusticias por superar.
En todo el mundo se realizan innumerables acciones de protesta y reflexión, sobre los logros alcanzados en los últimos años en materia de igualdad y especialmente para planificar los retos pendientes con el fin de erradicar todas las formas de violencia y discriminación contra mujeres y niñas en nuestras sociedades. Violencia y discriminación que se evidencia diariamente ante los múltiples denuncios por violencia física, psicológica y verbal, también ante el auge en los últimos años de grupos de trata de blancas, donde siguen siendo las mujeres y niñas las principales víctimas, las cuales son utilizadas con fines de explotación sexual, trabajo forzados, matrimonios forzados y otros fines.
Por ello, una realidad social basada en la igualdad de género supone un cambio desde diferentes ámbitos sociales: laboral, familiar, educativo, institucional, económico, entre otros. La noción que el adulto tenga de cada género, influirá en el modo que va a ejercer la crianza. Muy comúnmente estas ideas están tan inmersas en nuestra cultura que se aceptan sin pararse a pensar en las repercusiones que tienen, como: la propia familia y los comportamientos de sus padres y madres, comportamientos que serán aprendidos e imitados por los niños y niñas. La discriminación entre juguetes y roles que deberían tener los niños a diferencia de los niñas, la vestimenta o color de la misma, la expresión de las emociones, entre otras.
La igualdad de género, debe ser una realidad que podamos vivir y aunque las desigualdades vayan desapareciendo lentamente, siguen estando muy presentes en el acontecer de cada mujer y niña del mundo. Este cambio de realidad e igualdad, depende en su gran mayoría de nosotros, de generar espacios de reflexión personal, familiar y social, de experimentar desde los zapatos del otro, de asumir responsabilidades compartidas y de entender que nuestro genero no define el nuestro destino, nuestras habilidades, nuestros gustos o preferencias y que tampoco nos permite definir o decidir sobre los otros.
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