La preeclampsia forma parte del abanico de enfermedades hipertensivas que padecen las mujeres después de la semana 20 de embarazo, trayendo como consecuencia desde la reducción del crecimiento del feto, desencadenar en parto prematuro, hasta la muerte del feto o la madre.
De acuerdo con las cifras de la Organización Mundial de la Salud se estima que la preeclampsia es el principal factor de morbilidad y mortalidad del feto, 30% de las muertes maternas se asocian a esta patología en los países subdesarrollados o en vías de desarrollo. Ocho de cada 100 embarazadas desarrollan la enfermedad, aunque en Colombia se estima se incrementa la cifra a 14.
https://www.youtube.com/watch?v=m95DqVq-d2g
Maru Carvajal, administradora y cantante góspel, madre primeriza, llegó a consulta presentando algunos síntomas a las 26 semanas de embarazo, asegura que no tenía ni idea de la enfermedad, llegó de emergencia al hospital y fue necesario adelantar el parto, que apenas pesaba 998 gramos, y aunque los médicos le aseguraban que debía escoger entre su vida o la de su pequeña, ella solo dijo, “ya yo viví, es una criatura que debe tener la oportunidad de hacerlo, yo decido por mi vida pero no puedo decidir por los demás”. Sin duda, la muestra más ferviente de la grandeza del amor de madre quien es capaz de sacrificar su propia vida por sus hijos.
“Fue una etapa muy difícil, no poder despegármela durante 24 horas ni para ir al baño, pero también de muchos aprendizajes, allí conocí la mano de Dios”, asegura emocionada.
Lo vivido la ha hecho valorar lo que significa ser madre y por ello no entiende porque algunas mujeres deciden abortar con 30 semanas de embarazo, “yo vi a mi hija luchando por vivir, como se ayudaba con las maquinas o como le metían una manguerita para que le llegara el alimento, mientras otras mujeres abortan como si fuera una cosa”, sentenció
Una familia unida
Han pasado 21 años de esta situación y Maru, hoy en segundas nupcias, comparte su vida junto a su esposo. Elquis Martínez, con quien tiene ya dos años de casada y tres hijos, “el tiene una hija de 13 años y mi hijo tiene 13 años también, además de mi hija mayor de 21”, su papá es él, alguien que le enseña principios y valores, a cocinar, es un hombre que hace las labores de la casa, y eso les enseña, el respeto y atención a la mujer.
A Maru no le gusta la palabra madrastra, pues en los cuentos e historietas se le ha dado un contexto equivocado, cruel, despiadado, por eso prefiere la palabra mamá. Recuerda con emoción cuando María Alejandra, antes de casarse le pidió permiso para llamarla mamá y aunque al principio no estuvo de acuerdo por consideración a su madre Alejandra, siempre agradece a Dios y procura ser esa madre que la adolescente espera.
“No se hace distinción entre nuestros hijos, la disciplina, cariño, compresión es igual para todos, Aleja y Samuel se han amado desde que se conocieron, son muy cómplices y amigos, como todos los hermanos tienen sus diferencias, pero se apoyan siempre”.
Por contar con el negocio familiar en casa, la convivencia familiar es amplia, son muy unidos y comparten prácticamente las 24 horas, los siete días del año, hoy en la cuarentena, esos lazos se han afianzado y hoy se organizan para desarrollar actividades por separado y en conjunto, “mientras los niños hacen sus tareas, nosotros trabajamos. Luego tenemos el momento para cocinar, ver películas todos en el sofá, jugar y más”.
El perdón y la aceptación, son la clave para esa armonía y cohesión familiar que han logrado, “este es el secreto para que cualquier relación funcione, aprender a perdonar lo que se hace con o sin intención y aceptar las cosas del otro que no puedes cambiar”.
Deja un comentario
Tu correo electrónico no será publicado. Los campos requeridos se marcan con un *