Una nueva oportunidad. Un suelo fértil. Un lugar esperanzador, para sembrar una semilla que por múltiples razones, no pudo ser sembrado en su lugar de origen. Eso es abrirse camino y emprender al ser migrante.
Por: Carlos González
De: Family Sapiens
Hoy en día, habiendo ya traspasado el umbral de la 4ta revolución industrial. Estando en una era de Robótica, computación cuántica, big data, internet de las cosas, machine learning, nano tecnología y pare usted de contar, los emprendedores y empresarios familiares lo tienen mucho más fácil, que los que les antecedieron.
Antes la imposibilidad de ver el rostro de los seres queridos que quedaron atrás, sin duda mermaban las reservas del combustible emocional, de los que habían migrado. Hoy en día esos familiares están a la distancia de whatsapp, IG, TikTok o FaceTime.
Antes captar dinero para un emprendimiento, era un tema que se enfrentaba a la burocracia bancaria del sitio, hoy en día, recibir y administrar recursos económicos, está a la distancia de Paypal, Venmo y muchos wallets disponibles en el mercado.
Obviamente hay aspectos que pueden empañar la experiencia emprendedora y empresaria para quien ha migrado. A veces la xenofobia, a veces la falta de capital relacional, o financiero, o hasta la dificultad para adaptarse a un cultura, que aunque parecida, sea intrínsecamente distinta, puede hacer la tarea más ardua.
Pero si algo es cierto, es que si la idea de negocio y más importante aún, su ejecución, es conducida correctamente; comprendiendo adecuadamente el mercado al que se dirige, no existe otro destino que el éxito.
Ejemplos sobran en la historia. Desde Andrew Carnegie, dueño de US Steel, y quien llegara a ser el hombre más rico del mundo, hasta Sergei Brin, uno de los dos fundadores de Google. Ambos inmigrantes, el primero escocés y el segundo ruso, que llegarían en distintas épocas a EEUU, pero supieron identificar una necesidad del mercado, y pusieron toda su creatividad y tesón en crear negocios que atendieran esas necesidades. Hasta ejemplos más cercanos como Diego Cisneros en Venezuela hasta German Efromovich en Colombia.
En resumen, no se trata de la nacionalidad de quien aporta una idea al mercado. Se trata de la calidad, adaptación y valor de ese aporte al mercado al que se dirige, lo que determinará la sostenibilidad, crecimiento y éxito de esas iniciativas y la concreción del sueño de esas familias que se aventuran en el mundo empresarial.
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