No nos felicitemos. Hay mucho por hacer, muchas vindicaciones, muchas visibilizaciones, mucho que rescatar de nuestra historia, muchas luchas por la igualdad en los países, en el trabajo, en la cultura, en la educación… Muchas luchas para erradicar la violencia contra la mujer en todas sus manifestaciones….no nos felicitemos, alcemos la voz!!!!
Cada 8 de marzo desde hace más de 100 años, se conmemora el día internacional de la mujer. Más allá de su celebración, es importante conocer y reconocer el por qué de dicho día. Aunque mucha gente tenga como costumbre regalar flores, lo cierto es que lejos de tratarse de un día festivo, y contrariamente a lo que se cree en muchos círculos sociales, su origen se enmarca en un contexto histórico e ideológico determinado por profundas desigualdades de género.
La historia nos cuenta que en marzo de 1857, en el marco de la revolución industrial, trabajadoras de una fábrica de textiles en la cuidad de New York salieron a las calles a protestar en masa por las difíciles condiciones de trabajo; sus salarios podían llegar a ser menos de la mitad que los de los hombres solo por el hecho de ser mujeres. La manifestación finalizo con la intervención violenta de la policía contra las trabajadoras, pero aquella protesta sentó uno de los primeros precedentes gracias a su gran repercusión. Posterior a esta fecha, se establecieron organizaciones y grupos, se dio continuidad a marchas y protestas, hasta que el 1975 la ONU reconoció el día 8 de marzo de manera oficial.
El 8 de marzo día que año tras año, sigue reuniendo a miles de mujeres en todo el mundo, con un profundo sentimiento de lucha en conjunto, un esfuerzo prolongado en el tiempo por sus derechos, por la igualdad de oportunidades, por el cese de abusos, de discriminación, explotación sexual y tráfico, que en pleno siglo XXI aun se sufre en todos los países del mundo.
Y es conseguir la igualdad de género es un derecho humano básico y una parte fundamental para el desarrollo, cultural, social, religioso y educativo. Por ello, es crucial introducir cambios en la educación de los niños y las niñas en las primeras etapas educativas que conlleven a una interiorización de valores fundamentados en la igualdad. Cambios que deben comenzar en casa y continuar en la escuela, como: la no discriminación entre juegos de niños y niñas, la libertad de escoger juguetes los cuales no diferencian géneros en su caja o instructivo, los colores de la vestimenta o simplemente el hecho de expresar una emoción. Por simple que parezca, son los adultos los que transmiten a los niños y niñas perjuicios sin fundamentos, creencias y costumbres irracionales.
La igualdad, es un camino muy amplio y de respeto, que debe iniciar en las familias, con responsabilidad, valor por las diferencias y similitudes y apreciación de las capacidades individuales, es un camino donde cabemos todos y todas.
Psicóloga Massiel López
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