Es cuestión de ver las redes sociales, sentarse a observar los noticieros o escuchar el pensamiento de los jóvenes en las instituciones educativas del país, para deducir como ha cambiado la percepción del ser humano frente a la diversidad que hoy en día, se hace cada vez más visible.
Por: Daniel Fernando Montañez Cruz
En esta sociedad cada vez más libre y reflexiva, nos enfrentamos a una nueva realidad respecto a cómo vemos y aceptamos al otro dentro de su diferencia, y es ahí, donde viejos paradigmas referentes a medidas, estaturas y características físicas, cada vez se ven más reevaluados.
Puntualmente en el área de los certámenes de belleza, cada año aumentan los críticos que cuestionan la banalidad entorno a la calificación de una persona sobre sus rasgos físicos, más que sobre su talento o capacidad de contribución al mundo. Y es que realmente es cuestión de leer la historia de nuestros países para comprender como la meritocracia nunca ha sido relevante y elementos como el estrato social, el apellido e incluso el color de la piel, han servido como garantes y carta de presentación para ser aceptado en grupos sociales, puestos laborales e incluso para convertirse en un ganadora más óptima y “aceptable”, dentro de un reinado mundial.
Pero todo no es cuestión de belleza física, el concurso de Miss Universo, que es por mucho, el más importante en América Latina, fue pionero entre los certámenes “grand slam” de belleza femenina, en permitir la inclusión de mujeres transgenero desde el año 2012, y es así como Ángela Ponce en el 2018, se convierte en la primer participante trans en la historia de este certamen mundial. Por supuesto las críticas no se detuvieron, e incluso en Colombia se profundizaron, cuando previo al inicio del concurso internacional, la Señorita Valle de ese momento y quien más adelante se convertiría en Señorita Colombia 2018, se manifestó en contra de que pudieran entrar al certamen, argumentando que era una competencia hecha para mujeres nacidas mujeres.
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Particularmente en Colombia, instituciones como el Concurso Nacional de Belleza, se han manifestado en contra de la participación de candidatas trans en su certamen final en Cartagena, y otros concursos como Miss Universe Colombia, que fue anunciado este año como el encargado de elegir la representante por Colombia, después de que RCN Television haya concluido con el contrato de negociación, dejaron plasmado en su reglamento que no permitirán en sus filas a candidatas que hayan cambiado de sexo.
Es por esta razón, que resulta necesario empezar a cambiar desde adentro los concursos de belleza, que de por sí, ahora mismo realizan importantes aportes y ayudas a causas sociales, dentro de sus comunidades y territorios. El Concurso Nacional de Belleza, por ejemplo, está vinculado a más de 80 organizaciones sociales con las cuales trabaja y les aporta recursos anualmente a través de desfiles que hace con su corte real durante todo el año, e incluso certámenes menos populares, pero con gran vocación como Miss Earth Colombia, trabaja junto a su grupo de 4 finalistas, promoviendo la conservación y el cuidado de nuestros recursos naturales. Pero el cambio debe ir más allá.
Los certamenes de belleza, deben convertirse en una plataforma a todo nivel, para mujeres que sin importar su condición social, económica, racial, sexual o cultural, les brinde las mismas garantías de competición e involucramiento dentro de los eventos que se hagan entorno a ello. Hay que fomentar la idea de que las diferencias es precisamente la cualidad que engrandece a toda la humanidad y que el hacer de esto casi que un regla en cada concurso, sería un detonante para democratizar la competencia y así exaltar la belleza de cientos de mujeres pertenecientes a una cantidad colosal de comunidades étnicas que existen en nuestro país.
Colombia es fiel reflejo del mestizaje que hubo en la conquista y es por ello que los parámetros no pueden encerrarse a el patrón tradicional de belleza que existe y menos aún, a creer o desconocer que una mujer trans, no podría representar lo que significa ser mujer.
Y es que precisamente por esto, las competencias de belleza no deben desaparecer, por el contrario deben seguir siendo ese escenario para que cientos de jóvenes den a conocer su potencial, talento y belleza a nivel nacional o mundial, además de dar a conocer su voz e influencia para que cientos de niñas se vean reflejadas en ellas y así, sin importar el lugar, o la condición en la que vivan, sepan que tienen todo para llegar a donde sus sueños les permita. Es increíble la influencia y reconocimiento que tiene una reina de belleza, e incluso lo que pueda significar en niños y hasta hombres, por ello simplemente se debe reevaluar y pensar los lineamientos con los que se eligen en la actualidad.
Si ahora mismo todos los concursos de la trascendencia de Miss Universo, donde han salido mujeres como Gal Gadot, quien fuese Miss Israel en la edición 2004 de este certamen, y ahora es una figura global por su papel de la Mujer Maravilla, usaran todo su poder de convocatoria e influencia, para exaltar las cualidades de la mujer a nivel mundial y así potencializar el empoderamiento femenino, seguramente la concepción, discursos de las candidatas y tipos de reinas a nivel mundial, serian un referente de encanto y discurso, y no solo de algo superfluo e irrelevante.
Con todo esto no quiero decir que no deben haber exigencias respecto a la participación de cada una, porque como cualquier competencia de deportes, artes o matemáticas, siempre habrán requisitos a la hora de elegir y también se deben seguir ciertas normas ancladas a los certámenes internacionales, de ser un concurso nacional; sin embargo, es mucho lo que pueden hacer los directores de cada competencia, en su autonomía.
Y es que en definitiva son ellos, quienes hoy tienen una gran oportunidad para no quedarse anclados en el pasado, y poder así acercar estas fiestas de belleza a todo el país, dejando atrás las influencias de las grandes familias y apellidos para continuar siendo un evento de “sociedad” y transformarlo mejor, en lo que realmente deberían ser, un reinado del pueblo y para el pueblo, un concurso en donde sin importar en donde nacieron y con cuantos ceros al costado derecho en sus cuentas bancarias, se luche por encontrar las miles de mujeres maravilla que hoy, están por todo el país.
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