Los acuíferos y otras aguas subterráneas son uno de los recursos naturales más valiosos con los que contamos. Aunque son un recurso renovable no son ilimitados, por lo que es necesario buscar acuíferos nuevos. Un estudio realizado en 2019 puede abrirnos una nueva vía, la de buscar estas fuentes de agua en el fondo del mar.
Un recurso en peligro. La sobreexplotación y la contaminación son dos de los acuíferos son los dos grandes problemas que acechan a los acuíferos. Los acuíferos son recursos renovables, puesto que reciben agua progresivamente. Sin embargo, si el agua se extrae a mayor ritmo al que reciben agua estos acaban vaciándose.
El agua de los acuíferos es un recurso al que es relativamente fácil acceder de forma más o menos legal. Esto da lugar a un caso típico de “tragedia de los bienes comunes”, es decir, que diferentes agentes hacen uso de un bien limitado en base a sus intereses particulares, tratando de maximizar el beneficio propio aun cuando el perjuicio colectivo de esta gestión pueda superar al beneficio privado.
La contaminación de los acuíferos puede deberse a multitud de motivos. Una forma típica de contaminación de los acuíferos es la filtración de fertilizantes y nitratos en acuíferos situados en zonas agrícolas. También puede darse la contaminación de forma más natural, por ejemplo por la filtración de aguas saladas en acuíferos costeros.
El acuífero más grande bajo el mar. No es de extrañar por tanto que encontrar nuevas reservas de agua dulce sea prioridad de muchos. Uno de los hallazgos recientes que más esperanzas ha despertado fue anunciado hace tres años por investigadores de la Universidad de Columbia. El acuífero se encuentra bajo las aguas del Atlántico, frente a la zona norte de la costa este estadounidense en la franja entre los estados de Massachussets y Nueva Jersey.
El hallazgo fue sorprendente por varios motivos. En primer lugar porque debido a la permeabilidad de algunos suelos encontrar agua dulce bajo una de las mayores masas de agua saladas del mundo resulta llamativo. En segundo lugar por el tamaño del acuífero. Según el quipo que lo descubrió y cartografió la masa de agua podría contener más de 2.700 kilómetros cúbicos, el equivalente a un lago de casi 40.000 kilómetros cuadrados, casi la mitad del área total de Andalucía.
Se trataría de un acuífero más o menos continuo, formado por depósitos bien conectados entre ellos, partiendo desde la misma costa y adentrándose en el océano a lo largo de la plataforma continental norteamericana. Podría alcanzar los 130 kilómetros de profundidad.
Búsqueda por tierra y mar. El procedimiento con el que se encontró el acuífero atlántico puede servirnos para encontrar nuevas masas de agua semejantes. El equipo liderado por Chloe Gustafson, entonces doctoranda en Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia utilizó ondas electromagnéticas para localizarlo y definir su extensión.
Realizaron dos pasadas con distintos aparatos. Uno capaz de medir los campos electromagnéticos del subsuelo que se dejó caer sobre el lecho marino; y un segundo capaz de emitir y recibir estos pulsos electromagnéticos. Al ser el agua salada mejor conductor de las ondas electromagnéticas que el agua dulce, los aparatos receptores pueden distinguir el perfil de cada una de ellas.
Esperanza contra la sequía. El agua es uno de los recursos más básicos que requiere el ser humano, por su consumo directo, pero también forma parte indispensable de nuestra economía. Es de esperar que el problema se agrave en todos los frentes: cada vez más personas requerimos más agua para subsistir; el ciclo del agua cambia y cada vez esperamos más sequías y precipitaciones más concentradas que no podemos aprovechar como es debido; y por si fuera poco la presión demográfica también implica más residuos que perjudican a las reservas de agua con las que contamos.
En este contexto encontrar nuevas fuentes de agua será de gran importancia en el futuro. Saber que ésta se puede encontrar bajo los 2/3 de la superficie terrestre en los que no la hemos buscado es una buena noticia. Aun así la cautela es necesaria. En primer lugar poque no sabemos cuánta agua puede encontrarse en estos lugares, pero sobre todo porque extraerla no va a ser fácil. Ni mucho menos barato.
Los acuíferos terrestres son fácilmente accesibles pero extraer agua de debajo del lecho marino sin contaminarla será una tarea que requiera infraestructuras de extracción complejas. A esto habrá que añadir la construcción de acueductos para trasladarla a otras zonas. Zonas como el oeste de Estados Unidos o África pueden beneficiarse del hallazgo de nuevos acuíferos pero hacerles llegar el agua no será una tarea fácil. Quizá todavía debamos tratar de aprovechar mejor los acuíferos que tenemos a mano antes de recurrir a los que oculta el océano.
Imagen | NOAA
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