Luis Álvarez, de 17 años, estaba caminando el viernes 30 de julio en su barrio Altos del Rosario de la ciudad de Sincelejo, cuando un vecino, de su misma edad, empezó a insultarlo por su orientación sexual. No era la primera vez.
Por: Las Igualadas
Luis vive en Altos del Rosario, un barrio de difíciles condiciones económicas, en la ciudad de Sincelejo, Colombia. Allí, durante mucho tiempo ha sido discriminado, acosado e intimidado por ser gay. El viernes 30 de julio de 2020, como había sucedido antes innumerables veces, un vecino de su misma edad llamó a Luis con palabras ofensivas, relacionadas con su orientación sexual. En medio de la discusión, el vecino tomó un machete y le cortó parte del brazo a Luis.
“Sentía que era una película, que no era conmigo”, cuenta Luis. Con su brazo en el suelo, empezó a gritar: “ayuda, quedé mocho”. Varias personas vinieron a auxiliarlo y lo llevaron a la clínica Santa María. “Ahí llegó mi mamá, y mi hermano, llorando”, narra.
El miércoles 5 de agosto volvió a su barrio, después de pasar varios días en la clínica. Al regresar, Luis se encontró con un recibimiento que no esperaba. Los vecinos lo acogieron con pancartas, bombas y comida. Mensajes como “no triunfa quien no tuvo momentos difíciles, triunfa aquel que pasó por ellos, luchó y no se rindió”, llenaron las paredes de su casa. Oneida Campuzano, la mamá, cree que la acogida de los vecinos fue muy importante, y aunque todo sigue siendo muy doloroso para toda la familia, espera que su hijo continúe recuperándose como hasta ahora.
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La justicia para jóvenes en conflicto con la ley penal
Luis y su agresor tienen ambos 17 años. Según Hugo Ramos Hernández, presidente de Sucre Diversa, fundación que viene acompañando a Luis y su familia, al momento de la aprehensión la Policía no estuvo acompañada del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, lo cual implica un error de procedimiento que hace que hoy el agresor se encuentre libre, lo cual es un riesgo para la víctima y su familia.
Sin embargo, Diana Osorio, consultora experta en justicia juvenil, piensa que el punto, más allá de enviar al agresor a un Centro de Internamiento Preventivo, es que este tipo de actos no vuelvan a suceder. Para eso, considera importante resaltar el concepto de justicia restaurativa en casos de jóvenes, pues los acuerdos internacionales en la materia sugieren que es fundamental ir más allá de una pena privativa la libertad, y pensarse en medidas para restaurar y restablecer los derechos de los dos jóvenes implicados: proteger en primera medida a la víctima, y por otro lado, entender cuáles son las causas de la violencia por prejuicios hacia la orientación sexual o por otras razones.
La discriminación hacia jóvenes LGBT
Todos los días la discriminación causa mucho dolor. Hoy es Luis y la pérdida de su brazo, pero el acoso a las personas LGBT es sistemático, sobre todo en la adolescencia. Un estudio del Instituto Williams, de la Facultad de Derecho de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), en el que entrevistaron 4.867 personas LGBT en Colombia, encontró que la mayoría de los hombres gay (71%) experimentaron agresiones verbales durante su vida. Además, tres de cada cuatro encuestados LGBT (75%) fueron objeto de bullying al menos una vez antes de cumplir los 18 años.
Marcela Sánchez, directora de Colombia Diversa, ONG que también está apoyando a Luis y su familia, cree que “este es un caso muy doloroso que incluso pudo terminar en la muerte de Luis y además muestra la ausencia de políticas de prevención de la violencia y discriminación contra los jóvenes LGBT, en ámbitos como la familia, los entornos comunitarios y las instituciones encargadas del bienestar y educación de niñas, niños y adolescentes. La discriminación marca la vida de estos jóvenes y el Estado colombiano no hace nada para prevenirla”.
En la misma línea, Miguel Rueda, director de Pink Consultores, cree que el caso de Luis demuestra que esto es lo que pasa cuando no se detiene la homofobia desde la institucionalidad y no se trabaja lo suficiente para que la información adecuada le llegue a toda la sociedad. “El problema es que a la persona gay, bisexual, lesbiana y transgenerista se le sigue viendo como alguien a quien se puede atacar. La homofobia lamentablemente sigue siendo el último prejuicio aceptable y la validado.
Por su lado, Hugo Ramos hace un llamado a las instituciones locales: “invitamos a la gobernación de Sucre y a las alcaldías del departamento para que las secretarías de educación se vinculen a un proceso educativo en donde se capaciten niñas, niños y adolescentes, en contra de la discriminación y los prejuicios. Hay que apuntarle a la pedagogía en Sucre y en toda Colombia”, comenta Ramos, quien hace notar que el suyo es uno de los cuatro departamentos en el país con el más alto índice de violencia a las personas LGBT.
Luis y su familia, y todas las organizaciones defensoras de los derechos LGBT que lo han acompañado coinciden en que es fundamental educar en sexualidad y respeto por los derechos de las personas LGBT desde edades tempranas, para que nadie termine convertido en un agresor y para que chicos como Luis nunca más tengan que pasar por tanto dolor. ¿Hasta cuándo vamos a “tolerar” y naturalizar discriminación hacia las personas LGBT
Para apoyar a Luis y su familia, puedes donar aquí.
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